Uno de mis entretenimientos favoritos en la NBA es la "pareja de baile" formada por Zach Randolph y Eddie Curry en los New York Knicks. Ayer pude disfrutar del partido que enfrentaba a los Knicks y a los Nuggets en el Madison Square Garden, en el que era el primer enfrentamiento de ambos equipos tras la pelea del año pasado. Y la verdad es que el resultado final era para mí lo de menos.
La excusa perfecta para trasnochar la ponían "AI" y "Melo" por parte de los Nuggets y Marbury y Crawford, entre otros, por parte de los Knicks. El partido fue vivo en cuanto a ritmo y suave en cuanto a las defensas, lo que me permitió comprobar que "The Answer" sigue rompiendo cinturas con la misma facilidad que cuando debutó en la liga, hace ya más de diez años. Anoche, Nate Robinson tuvo que preguntarle, al que pasa la mopa en el parqué del Madison, si había visto la suya.
Jamal Crawford, siguiendo la línea mostrada en los dos primeros partidos, se confirmó como la primera referencia ofensiva de los Knicks, exhibiendo una facilidad pasmosa para meterse, sin pedir permiso, en la cocina de los Nuggets. Mientras, Kenyon Martin daba un respiro a sus dos rodillas operadas, sí las dos, por el ya famoso procedimiento de "microfracture surgery", pensando quizás en los gorros y mates estratosféricos que los doctores le aconsejan que no haga, al menos de momento.
La pareja de baile se portó francamente bien, como Fred Astaire y Ginger Rogers en su mítico número "Dancing Cheek to Cheek", pero con unos cuantos kilos más. Randolph, con 22 puntos y 17 rebotes, puso la elegancia, Curry con 24 puntos y 8 rebotes, la clase. Ya bien entrados en el siglo XXI, al prototipo perfecto de jugador NBA podemos ponerle nombre y apellidos. En parte, gracias a las grandes multinacionales de marcas deportivas, que cuelgan pósters gigantescos con el slogan de "todos somos testigos".
Anoche fuí testigo, sí, pero no de ver a dos jugadores con un físico privilegiado para el baloncesto atlético que se practica hoy en día en la NBA, sino a dos jóvenes con una anatomía más propia de un portero de discoteca del Bronx. Eso sí, los movimientos de bailarín del "Saint Petersburg Clasic Ballet" no suelen venir de serie con estos físicos. Randolph y Curry quizás sean la única excepción, lo que quizás les lleve a jugar el All-Star en el mes de febrero...yo por si acaso los iré votando.
La excusa perfecta para trasnochar la ponían "AI" y "Melo" por parte de los Nuggets y Marbury y Crawford, entre otros, por parte de los Knicks. El partido fue vivo en cuanto a ritmo y suave en cuanto a las defensas, lo que me permitió comprobar que "The Answer" sigue rompiendo cinturas con la misma facilidad que cuando debutó en la liga, hace ya más de diez años. Anoche, Nate Robinson tuvo que preguntarle, al que pasa la mopa en el parqué del Madison, si había visto la suya.
Jamal Crawford, siguiendo la línea mostrada en los dos primeros partidos, se confirmó como la primera referencia ofensiva de los Knicks, exhibiendo una facilidad pasmosa para meterse, sin pedir permiso, en la cocina de los Nuggets. Mientras, Kenyon Martin daba un respiro a sus dos rodillas operadas, sí las dos, por el ya famoso procedimiento de "microfracture surgery", pensando quizás en los gorros y mates estratosféricos que los doctores le aconsejan que no haga, al menos de momento.
La pareja de baile se portó francamente bien, como Fred Astaire y Ginger Rogers en su mítico número "Dancing Cheek to Cheek", pero con unos cuantos kilos más. Randolph, con 22 puntos y 17 rebotes, puso la elegancia, Curry con 24 puntos y 8 rebotes, la clase. Ya bien entrados en el siglo XXI, al prototipo perfecto de jugador NBA podemos ponerle nombre y apellidos. En parte, gracias a las grandes multinacionales de marcas deportivas, que cuelgan pósters gigantescos con el slogan de "todos somos testigos".
Anoche fuí testigo, sí, pero no de ver a dos jugadores con un físico privilegiado para el baloncesto atlético que se practica hoy en día en la NBA, sino a dos jóvenes con una anatomía más propia de un portero de discoteca del Bronx. Eso sí, los movimientos de bailarín del "Saint Petersburg Clasic Ballet" no suelen venir de serie con estos físicos. Randolph y Curry quizás sean la única excepción, lo que quizás les lleve a jugar el All-Star en el mes de febrero...yo por si acaso los iré votando.