¿MERECE LA PENA ARRIESGAR...?

A Paul Pierce no parece preocuparle demasiado el estado de su rodilla, hasta el punto de no querer someterse a una resonancia magnética que determinaría el alcance real de su lesión. Pero, analizando lo que sucedió durante el tercer cuarto del partido ante Lakers, momento en que se produjo la lesión, parece una decisión bastante arriesgada.

Pierce comentó haber escuchado un chasquido en su rodilla, en el momento en que se lesionó, además de sentir un gran dolor. Obviamente, con su regreso al partido a los pocos minutos de lesionarse, hay que descartar que haya sufrido una rotura total del ligamento cruzado anterior de su rodilla, pero con los síntomas que presentaba no se puede descartar una rotura parcial del ligamento cruzado anterior, lo que no le impediría un funcionamiento normal de la rodilla, pero correría el riesgo de romperse el ligamento por completo.

Otra posibilidad sería la de tener un pequeño desgarro en un menisco, no todos los meniscos lesionados necesitan cirugía de inmediato, y los doctores de Boston esperarían a que se jugasen las finales para someter al jugador a una artroscopia por si necesitasen limpiar la zona afectada.

También cabe la posibilidad de sufrir una rotura parcial del ligamento lateral interno de la rodilla, lo que explicaría el dolor agudo y el chasquido audible. El riesgo de romperse por completo el ligamento es también elevado.

Por último, tampoco se puede descartar una lesión del cartílago, similar a la que sufrió Chris Webber en los Kings, o incluso alguna patología de tipo óseo. Una resonancia daría un diagnóstico preciso de lo que sucede en la rodilla de Pierce, y por ese motivo el jugador prefiere no hacérsela hasta después jugar las finales... o hasta que la rodilla se lo pida con urgencia.