Historia del baloncesto: Munich 1972 - 3 segundos que duran 35 años

Sin duda el evento que trataremos hoy en este artículo es uno de los más famosos que se han dado en la historia del baloncesto mundial, y tras 35 años sigue siendo fuente de artículos y comentarios a lo largo y ancho del mundo del baloncesto.
En una era distinta, la percepción global del baloncesto amateur americano era de dominación. Todo esto cambió en la mañana del 10 de septiembre de 1972.

En el partido más controvertido de la historia del baloncesto internacional, los Estados Unidos perdían su primer encuentro en toda la historia de las competiciones olímpicas, terminando con una racha, desde 1936, de 63 victorias consecutivas y 7 medallas de oro.

En comparación, los expertos soviéticos estaban lejos de ser un equipo fácil. Liderados por la combinación interior-exterior de Sergei Belov y Aleksander Belov, el veterano y bien entrenado equipo soviético demostró ser el rival más duro al que se habían enfrentado nunca los estadounidenses. Debemos recordar a los aficionados más jóvenes que Sergei Belov, conocido como el Jerry West soviético, fue uno de los más grandes jugadores de todos los tiempos en Europa y que fue el primer jugador no estadounidense en ser incluido en el Hall of Fame, creo que es suficiente con estos datos para dejar patente su calidad.

"Tenían un gran equipo", dice el técnico asistente John Bach. "Su equipo, según se informó, jugó más de 400 partidos junto. ¡400 partidos!. Nosotros habíamos jugado 12 partidos de exhibición y la clasificación".

Esta forma de ver el equipo soviético casi como un equipo profesional chocaba con el sistema estadounidense de seleccionar cada cuatro años a los mejores jugadores jóvenes para conquistar el torneo. En 1972, el tema de la selección del entrenador y el equipo adecuados se convirtió en un espinoso problema. Henry Iba, el legendario entrenador retirado de la Universidad Estatal de Oklahoma, fue el escogido para llevar al equipo americano por tercera vez consecutiva en unos Juegos Olímpicos. Iba llevó al triunfo a Estados Unidos en 1964 y 1968, pero en 1972, su estilo de juego conservador y defensivo se veía como algo desfasado respecto al juego moderno.

"Ellos sabían perfectamente lo que iban a conseguir seleccionando a Iba como entrenador", dijo el antiguo base de la USC y actual entrenador Paul Westphal. "No eligieron a un tipo que iba a salir ahí a presionar y correr y jugar al baloncesto de la forma que se jugaba en Estados Unidos en aquella época".

Bill Wall, que fue miembro del comité que seleccionó el equipo de los Estados Unidos, dijo: "Todos sentíamos que su defensa, su conocimiento del juego, y el hecho de que había demostrado ser un ganador a todos los niveles durante 40 años era suficiente".
Un jugador que destacó por su ausencia en el equipo de 1972 fue el jugador universitario del año, Bill Walton. El pívot de UCLA declinó una invitación para jugar en Munich, y las razones varían.

"El médico le había advertido que no jugase en absoluto entre temporadas", dice el legendario entrenador de UCLA, John Wooden. "Antes de cada entrenamiento mojaba sus rodillas durante media hora, y las envolvía en hielo durante media hora tras el entrenamiento".

"Bill no quería intentarlo", dijo Doug Collins, escolta de los Estados Unidos y ex-entrenador de Chicago, Detroit y Washington. "Habría jugado en los partidos pero no quiso intentarlo. Hank Iba era inflexible sobre que si ibas a estar en el equipo, tenías que pasar por el proceso como todo el mundo".

Otros atribuyeron su decisión a su firme oposición a la implicación de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam, y Walton aludió a una desastrosa experiencia jugando para los Estados Unidos el Campeonato del Mundo de 1970 en Yugoslavia.

"Por primera vez en mi vida, estuve expuesto a un entrenador negativo y a las continuas reprimendas, lenguaje ofensivo y amenazante de gente que no lo merecía", dijo Walton.

El torneo transcurrió de forma plácida para el equipo estadounidense que venció en sus siete primeros encuentros con comodidad a todos sus rivales, incluida una España en la que ya despuntaba un joven base llamado Juan Antonio Corbalán junto a Clyfford Luyk o Wayne Brabender entre otros.

Tras un parón a mitad del torneo por el fatídico ataque terrorista sobre los atletas israelitas, se reanudó el torneo venciendo por 30 puntos a Italia y consiguiendo la octava victoria antes del partido ante la URSS.

Tras ocho victorias y ninguna derrota por parte de cada uno de los contendientes, la URSS y los Estados Unidos se enfrentarían en la final por la supremacía mundial del baloncesto con toques políticos ya que estamos en pleno apogeo de la Guerra Fría. El equipo más joven que jamás representó a los Estados Unidos en una competición olímpica saltó a la cancha para enfrentarse a su enemigo deportivo y político, la Unión Soviética, por la medalla de oro en baloncesto masculino.

Desde el inicio de partido, con un arranque de 7-0 para los soviéticos, el estilo de juego fue tema de preocupación.

"Tenías unos chicos que querían correr con el balón por la pista, y nuestro ataque pasaba el balón seis, siete, ocho veces antes de lanzar a canasta", dijo el base de Estados Unidos, Ed Ratleff. "Esto más que ninguna otra cosa es lo que nos desequilibró".

"Jugamos su partido, un partido lento", dijo el base Tom Henderson. "Deberíamos haber corrido, y corrimos detrás de los soviéticos".

"No había razones para sospechar que el sistema no funcionaría en ese partido", dijo Dennis Lewin, que transmitió el partido de la medalla de oro para ABC Sports. "Desafortunadamente los estadounidenses se vieron sorprendidos por un equipo que era mejor de lo que ellos pensaban".

Se llegó al descanso con un marcador de 26-21, cinco puntos arriba para el equipo soviético. Con 12:18 por jugar y los soviéticos con una ventaja de 4 puntos, el pívot Dwight Jones, máximo anotador y reboteador del equipo estadounidense, y el reserva soviético Dvorni Edeshko eran eliminados del partido tras una disputa en un balón suelto. En la siguiente jugada, el también pívot Jim Brewer sufrió un golpe en la cabeza con el suelo que le obligó a retirarse.

A falta de 10 minutos la situación era desesperada, 38-28 para la URSS. El entrenador americano, Henry Iba, ordenó una presión asfixiante en toda la pista que dio sus resultados tras un parcial de 6-0 liderado por Collins y Joyce.

Estados Unidos seguía por detrás en el marcador a remolque de la URSS, pero logró ajustar el marcador hasta el 49-48 con un lanzamiento en suspensión de Jim Forbes a falta de 40 segundos. Los soviéticos agotaron la posesión hasta los 10 segundos pero Tom McMillen taponó el intento de canasta de Aleksander Belov y Doug Collins interceptó el pase cuando intentaba cruzar el balón de lado. Collins se lanzó hacia la canasta a toda velocidad y su intento de bandeja fue cortado duramente a falta de tres segundos par el final del partido. Posiblemente, los tres segundos más largos de la historia del baloncesto.

"Recuerdo al entrenador Haskins y al entrenador Bach diciendo a Iba, 'Tenemos que encontrar a alguien que lance esos tiros libres'", dijo Collins. "El entrenador Iba dijo, 'Si Doug puede andar los lanzará él'".

Aún medio groggy por la falta y con toda la presión encima, el escolta de la Universidad Estatal de Illinois anotó el primer lanzamiento colocando la igualdad en el marcador. Collins anotó también el segundo, a pesar de que durante su lanzamiento sonó la bocina de la mesa, poniendo uno arriba a su equipo a falta de los 3 segundos finales.

A partir de ahí, reinó la confusión. Inmediatamente tras los tiros libres de Collins, los soviéticos sacaron de fondo y fallaron el lanzamiento. Pero uno de los colegiados había hecho sonar el silbato deteniendo la jugada, con un segundo por jugar, tras escuchar una bocina y ver alboroto en la mesa de anotadores. Los soviéticos argumentaron que habían solicitado tiempo muerto antes de los tiros libres de Collins. Según las reglas FIBA de la época, una vez que se anotaba el segundo tiro libre no se podía solicitar el tiempo muerto por lo que de no haberlo hecho entre ambos tiros el tiempo muerto sería ilegal. He aquí la cuestión de la discordia.

Ninguno de los directivos reconoció el tiempo muerto y hoy, tras más de 35 años, aún sigue siendo un tema de controversia si fue legal o no.

Los árbitros ordenaron que el reloj volviese a tres segundos y se repitiese la jugada. El equipo de la URSS intentó un pase cruzando el campo que fallaron, sonó la bocina y comenzó la celebración estadounidense y la invasión del campo, el oro iba de nuevo a Estados Unidos. Sin embargo el reloj no se había puesto correctamente en el tiempo indicado por los colegiados que en medio del caos trataron de explicar la situación a los jugadores estadounidenses que ya se abrazaban en mitad del campo.

En un movimiento sin precedentes en la historia del baloncesto, R. William Jones, Secretario General de la FIBA, bajó del palco de autoridades hacia la mesa de anotación y ordenó que se colocase de nuevo el reloj a tres segundos y se repitiese desde ese punto.

"No podíamos creer que les diesen todas esas oportunidades", dijo el alero de Estados Unidos Mike Bantom. "Era como si fuésemos a estar allí repitiendo hasta que todo saliera bien".

"Tenían que volver a poner el reloj en 3 segundos, por lo que los soviéticos tuvieron otra oportunidad", dijo el periodista de L.A Times, Randy Harvey. "Los americanos creían que les estaban estafando cuando, de hecho, no lo hacían. Pero nunca lo reconocerán".

Aleksander Belov que estaba en el disparadero momentos antes por su pérdida de balón, se convirtió en el héroe. Belov y los defensores Kevin Joyce y Jim Forbes saltaron buscando el pase, el soviético capturó el balón lanzado por Ivan Edeshko sobre la línea de personal deshaciéndose de sus defensores en el salto de una forma poco ortodoxa, y avanzando solo hacia canasta para anotar la bandeja de la victoria.

Tras el partido, Estados Unidos rellenó una reclamación formal y se reunió un comité de la FIBA para decidir sobre la propuesta. 5 comisarios de la FIBA decidieron por una ajustada votación de 3-2 que el oro iría a la URSS, curiosamente los votos a favor fueron de Cuba, Polonia y Hungría, países claramente alineados políticamente con la URSS y Puerto Rico e Italia votaron a favor de Estados Unidos.

El equipo perdedor votó por unanimidad su rechazo a recoger las medallas de plata, que aún permanecen a buen recaudo en un banco suizo en Lausana esperando a que sus propietarios acudan a por ellas. Anualmente el COI les envía una carta a los integrantes de aquella selección para que recojan su galardón, pero su respuesta es clara.

"Sentíamos que habían cometido alguna ilegalidad con nosotros y no vimos otra forma de protestar que no yendo a recoger las medallas de plata", dijo el capitán del equipo Kenny Davis, expresando la última respuesta del equipo.

"Nunca vi nada parecido en todos mis años en el baloncesto", dijo Hank Iba, de 68 años.

Según palabras de Ivan Edeshko, el jugador que lanzó el pase de pista a pista a Belov, "El equipo americano estaba ofendido, y no tenían razón. Era la Guerra Fría. Los estadounidenses, debido a su orgullo natural y amor al país no querían perder ni admitir su derrota. No querían perder en nada, pero especialmente en baloncesto".

"Si hubiésemos sido derrotados, estaría orgulloso de mostrar hoy mi medalla de plata", dijo Bantom. "Pero no fuimos derrotados, fuimos estafados".
"He puesto en mi testamento que mi esposa y mis hijos no puedan nunca recibir la medalla de los Juegos Olímpicos de 1972", dijo Davis.

"Era como estar en la cima de las Torres Sears en Chicago celebrándolo y ser arrojados luego cayendo 100 pisos hacia el suelo", dijo Collins. "Esa es la clase de sentimiento de vacío y mareo que sentí".

Debido a la época en la que discurrió el partido, aparte de los artículos de opinión y las declaraciones de los propios implicados es difícil obtener información objetiva. He tratado de conseguir la información más contrastada y fiable para redactar este artículo, aparte de mi propia opinión viendo cortes de la fase final del partido. Por supuesto, tras 35 años y con ríos de tinta escritos sobre este tema sería muy pretencioso por mi parte tratar de dar una opinión sólida en este breve repaso del evento, sólo espero que aquellos que no conociesen este apartado de la historia de nuestro deporte hayan disfrutado de la lectura.