Cuentos: 2128 (II)

-... five.. four... three...- los motores del HyperJet V-2 rugen a plena potencia. Dentro, en la cabina, los miembros de la tripulación y los pasajeros se acomodan en sus asientos, mientras conectan sus auriculares.

-...two… one… ignition...- la vibración y el ruido alcanzan su apogeo, y el extraño pájaro metálico, con alas con forma de Delta, comienza a moverse lentamente por la pista del aeropuerto Hopkins de Cleveland. Destino, Melbourne. Duración estimada del viaje, dos horas y media.

El V-2, propiedad del gigante aero-espacial Virgin Galactic, es la aeronave utilizada por las franquicias NBA para sus viajes intercontinentales. En el 2128 las distancias se han reducido a la mínima expresión. La mitad del viaje dura lo que los cohetes de hidrógeno líquido tardan en propulsar el V-2 a 1200 km de altitud, siguiendo una trayectoria elíptica. La velocidad máxima alcanzada llega hasta los 7 km por segundo. A partir de ahí, el ala Delta de la aeronave permite un “planeo suave” hasta la reentrada en la atmósfera. El viaje suborbital es descrito por algunos como un “tremendo puntapié” que “hace que te eleves hasta que sólo ves el negro espacio exterior por la ventanilla”, para a continuación experimentar algo parecido a una caída libre al vacío.

Solo 8 franquicias de la antigua NBA no se han visto recolocadas en distintos puntos del globo. Boston, Lakers, Detroit, Chicago, Philadelphia, Portland, New York y Cleveland juegan en la dura Conferencia Americana, junto a dos franquicias "recolocadas", Sao Paulo Heat y Ciudad de México Spurs. La Conferencia Central está compuesta por otras diez franquicias, europeas en su mayoría, y la Conferencia Este por diez franquicias de Asia y Oceanía, entre ellos los Melbourne Grizzlies, próximos rivales de los Cavs. Los equipos vencedores de sus respectivas conferencias juegan un triangular a dos partidos, uno en casa y el otro a domicilio, a semejanza del tres naciones de rugby, para determinar el campeón de la NBA.

En el interior de la aeronave los jugadores de Cleveland, impecablemente trajeados, intentan relajarse escuchando música clásica, la única autorizada por la NBA durante los desplazamientos. El hip hop, por supuesto, está terminantemente prohibido.

-... Ohh Shittt!! Otra vez Mozart, que viajecito nos espera!!...-

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Varios años antes, tras la trágica pérdida de David Stern, y bajo el mandato del nuevo comisionado, Isiah Thomas, la liga atraviesa la peor crisis económica y de juego de su historia, y está a punto de firmar lo que parece su sentencia de muerte definitiva.

Cuentos: 2128 (I)

Año 2128. La enorme densidad de población humana, estimada en más de 15.000 millones y la escasez de recursos vitales como el agua y los alimentos básicos han creado un clima de desesperación total. La ONU tiene la difícil tarea de imponer un mínimo de orden en medio de tanto caos. Ante la gravedad de la situación todas las competiciones y ligas de deporte profesionales han sido clausuradas... todas a excepción de una.

La National Basketball Asociation hace bastante que ha dejado de ser una liga nacional, pero para comprender mejor la magnitud alcanzada por la NBA conviene remontarse tiempo atrás, concretamente al 2009, justo en el momento en que el comisionado de la liga, David Stern está a punto de anunciar, en el Madison Square Garden, la elección número 1 del draft... y que, ironías del destino, correspondía al equipo de casa.

-...with the first round pick...- las palabras de un alicaído Stern, con ojeras, como si no hubiese podido dormir la noche anterior, apenas se oyen en medio del alboroto de la grada. Los aficionados Knicks tenían por costumbre abuchear al comisionado en cada ceremonia del draft, pero la incertidumbre provocada por la primera elección era demasiado para algunos, que se preparaban para lo peor.

-...with the first round pick...- repite Stern, intentando en vano que su voz se haga perceptible.

-...woooow…- los abucheos aumentan en intensidad.

-...the New York Knicks select...- prosigue Stern, que hace la pausa de rigor antes de dar el nombre del elegido.

-...wwwooooooooowwwwwww...- el ruido de los espectadores se vuelve especialmente molesto.

Pero Stern no pronuncia ni una palabra más, su tez se vuelve blanca como un papel y se lleva la mano al pecho. Antes de que nadie lo impida cae al suelo. Enseguida se abalanzan sobre él los miembros de seguridad y todo el pabellón enmudece.

-...Fuck You man!…- alguien grita desde la grada. Se empiezan a oír algunos tímidos silbidos. Alguien aplaude. Poco a poco los más de 15.000 espectadores que abarrotan las gradas estallan en una ovación como no se recordaba desde los tiempos del gran Patrick Ewing. Mientras, Stern es llevado a toda prisa por el personal médico hacia el hospital más cercano. Acababa de sufrir un ataque al corazón que resultaría letal.

Cuentos: Volver a los orígenes

Siguiendo la línea que ya abrió Don Gato con el primer cuento continúo la serie con este pequeño relato. Aunque la situación y los personajes son reales, la historia que se cuenta es completamente ficticia y como se suele decir, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Espero que os guste y os animeis a mandar vuestros cuentos sobre baloncesto.

Silencio, tensión, concentración, un sordo rumor a lo lejos indica que el estadio poco a poco se va llenando de gente, el público empieza a tomar asiento mientras las cámaras y comentaristas se preparan para transmitir a millones de personas la pasión del baloncesto. Pero en el vestuario todo es silencio, la soledad del jugador, sentado, sumido en sus pensamientos, aguardando el momento de saltar a la pista. Tras seis duros partidos ha llegado la gran noche donde todo se decidirá, la que separa el fracaso de la gloria, no puede volver a repetirse la derrota del año pasado, esta vez no.

Se acercan unos pasos, tranquilos y firmes, se abre la puerta y se rompe el silencio del momento.

- Muchachos, ha llegado la hora, prestadme un minuto de atención.

La charla técnica minutos antes del partido, un ritual en el que se repasan los puntos clave a tener en cuenta, defensas, ataques, estilo... Todos levantan la cabeza y miran fijamente hacia la pizarra con la vista perdida, como el soldado antes del combate que sabe que, para bien o para mal, decidirá su destino.

Riley abre su carpeta, se da la vuelta y cuelga algo en la pizarra. Una fotografía de un niño sonriente sosteniendo un balón de baloncesto. Se gira, mira fijamente los rostros cargados de tensión de sus chicos y pregunta:

- Después de seis partidos creo que ya sabéis bastante sobre vuestros rivales. Hoy quiero enseñaros algo sobre vosotros mismos. ¿Alguien puede decirme lo que ve en la foto?”

Sorpresa en los rostros de los jugadores que ya vislumbran la jugada pero no se anticipan a los pensamientos de su entrenador. Todo el mundo guarda silencio mientras Riley posa su vista en los ojos de cada uno de ellos. Tras unos segundos alguien se anima:

- “¿Un niño, señor?”, dice Worthy desde un rincón del vestuario.

- Vaya, parece que por fin veo algo de talento en este vestuario.

Las risas ayudan a relajar un poco el ambiente.

- Efectivamente, es un niño jugando al baloncesto. Quiero que miréis su cara, sus ojos, analizadlo y ahora pensad en vosotros cuando teníais esa edad.

Tras un minuto en el que deja reflexionar a sus hombres vuelve a tomar la palabra.

- Dime, Kareem, ¿recuerdas cuando eras un chiquillo y jugabas en los ‘playgrounds’ de Nueva York?

- Por Dios señor, no me haga esto. Cuando yo era un chiquillo aún cazábamos bisontes en las praderas, ¿cómo quiere que lo recuerde?.

Más risas, Kareem a sus 36 años es un ídolo tanto fuera como dentro de la cancha. Sabe que esos muchachos dependen de él y de que mantenga la serenidad en los momentos clave. Curtido en mil batallas, su rostro refleja concentración pero a la vez confianza y serenidad.

- Sí señor, lo recuerdo perfectamente. Los partidos en Rucker Park y Queens contra aquellos muchachos de ‘Philly’, asfalto, aros y tableros de metal y una gastada pelota.

- “Tú tendrás menos problemas Byron”, dice de nuevo Riley.

El novato Scott, a sus 22 años, levanta la vista y responde con un titubeo...

- Eh....sí, claro señor, hasta hace no mucho aún jugaba con mis amigos en las calles.

- Bien, pues esto es lo que quiero que entendáis esta noche. Hubo un momento en que el baloncesto era para vosotros lo que es para este niño. No había más que el amor al baloncesto, jugar por divertirse, por competir, por demostrar que sois mejores que esos chavales que tenéis delante. No había millones de espectadores pendientes de vosotros, ni contratos millonarios, ni anuncios publicitarios. Sólo el balón, la canasta, el rival, y la pasión por el deporte. Volved a vuestros orígenes, recordad cómo érais cuando jugábais en esas pistas de asfalto al aire libre, olvidaos de las zapatillas caras, los periodistas enchaquetados y sacad todo ese talento que lleváis dentro porque os digo una cosa, podéis ganar o perder esta noche, pero si jugáis con la pasión de esos niños que fuísteis, pasareis a la historia, os lo aseguro. Son los sentimientos los que mueven a la gente, las victorias y las derrotas se almacenan en los libros, apiladas unas sobre otras, pero en la memoria y en el corazón de los aficionados quedarán aquellos que llegaron a emocionarles.

En ese momento se hizo el silencio de nuevo, Riley miraba las caras de sus jugadores mientras el mensaje empezaba a calar en cada uno de ellos. El primero que tomó la palabra fue Magic con una frase que resumía las palabras de su entrenador. De pie, con su eterna sonrisa en la cara, dijo a sus compañeros:

- “It’s show time!” (¡Es la hora del show¡)

Mientras salía corriendo del vestuario hacia la pista llenando de ese espíritu pasional a sus compañeros.

Aquella noche de 1984 en Boston, los Lakers perdían su segunda final consecutiva, pero se iniciaba una era que casi un cuarto de siglo más tarde se recuerda como una de las más brillantes del baloncesto mundial, la era del Showtime.

CUENTO: REDES DE ALAMBRE

Inaguro nueva sección y esta me gustaría que sea de todos. Simplemente os dejo un cuento de baloncesto. El primero que postearé es mio, pero me encantaría que cualquiera se animara a escribir uno y así seguir posteando más historias. Sean ficticias o historias personales, es una manera diferente de seguir disfrutando con este deporte que nos apasiona. Espero que os guste.

Redes de alambre

Amanece, el sol comienza a salir tras los edificios e ilumina de a poco un campo de baloncesto aún vacío. Una de las canastas tiene el tablero roto, la otra esta un poco más sana, sus redes están hechas con cadenas. El campo esta rodeado de grandes bolsas de construcción llenas de escombros. Este es el escenario de grandes batallas que nunca jamás nadie contará, sólo los testigos de grandes partidos, de grandes duelos, de grandes sueños...

Javier y Manolo, hermanos de sangre, desde la humildad de su hogar y sus ropas maltrechas, siempre juegan en esa cancha con el balón que su padre les regaló para navidades. Ese balón es su tesoro más preciado y jugar con él su pasión más gratificante.
Todos los días, antes de ir al colegio, esperan que los rayos del sol iluminen el campo y poder hacer unos lanzamientos. Pronto llegarán los mayores y ellos son los dueños del cemento gris que alberga las dos canastas.

Un día, deciden quedarse a ver jugar a los mayores. El colegio puede esperar. Disfrutan con las acrobacias y mates. Pero sobretodo con las nuevas zapatillas de Miguel, unas Nike último modelo que posiblemente costarán más que la casa de los chicos. El reloj ya marcaba el mediodía y debían regresar a su casa, pero Javier ya había decidido su futuro: Quería unas zapatillas como esas.

Por la noche, tras una cena con unas tristes lentejas que nadaban solitariamente en una sopa, los chicos van a la cama. Son simples colchones arropados únicamente por el suelo del lugar. Las paredes, mal pintadas, están forradas con posters de los cracks de la NBA. Javier y Manolo se duermen con los ojos rezándoles. La sonrisa de Magic Johnson es lo último que verán antes de dormir y soñar. Soñar con llegar a la NBA. Soñar con una presentación en un gran estadio. Soñar con un speaker presentando sus nombres mientras saltan con la ropa de los Lakers – Here are the starting line up of Los Angeles Lakers!!!! Javiiiii and Manoloooooo!!!

A la mañana siguiente, continuando su ritual, los chicos acompañan al amanecer con una visita al campo de baloncesto. Juegan un uno contra uno y se divierten. Miguel, con sus zapatillas de lujo, llega acompañado de Jose, el mejor jugador que ha pasado por este estadio descubierto. A la espera de sus amigos, deciden quitarles el balón a los niños para poder jugar. Javi intenta recuperarlo, pero es tan simple para los mayores dar un empujón y que termine por los suelos. Manolo intenta consolarlo.

Manolo, el más pequeño de los dos, decide confrontarlos. La situación es simple. Cuatro jugadores. Cuatro lanzamientos libres. Si ganan los peques se quedan con las Nike de Miguel. Si ganan los grandes se quedan con el balón. La situación es bastante ventajosa para los mayores que sin dudar aceptan el duelo.

Comienza Miguel. Lanza. El balón golpea un par de veces en la canasta y se sale. Las zapatillas no ayudaron. Le toca a Manolo. Se prepara y lanza, el balón va directamente contra el tablero y no toca canasta. Miguel y Jose estallan de risa.
Le toca a Jose. La leyenda. El crack. El rey del lugar. Lanza y deja el brazo extendido, su lanzamiento es perfecto, se gira con el brazo en alto hacia los chicos y les dedica una reverencia. Jose le pasa con fuerza el balón a Javi, que se gira hacia el aro. Lo observa. El fondo se oscurece y queda solo iluminado el aro. Comienza a oír el rugir del público. –Javiiii, Javiiiiii
Javier se concentra, fija la vista en la canasta. Bota el balón una y otra vez.
Vuelve a mirar el aro. Lanza. El balón comienza a botar en el aro, bota... y bota,,, t bota... da un último bote y se sale hacia fuera. Javi cae de rodillas. Los mayores se chocan las manos y van a por el balón. Manolo acude a consolar a Javier. Lo ayuda a levantarse. Javi no puede parar de llorar.

Unos días después, la vergüenza de lo sucedido y quedarse sin balón hace que los niños no vayan al campo sino que se queden en la esquina de su casa. Hay un cubo de basura, los chicos lanzan piedras dentro de él. Intentan darle cierta mecánica baloncestística pero es imposible. Mientras juegan ven pasar a una persona con la camiseta de los Bulls de Michael Jordan. Los dos chicos lo miran, sonríen y comienzan a jugar un uno contra uno ficticio, con balón y canasta imaginarios. Javi imita un lanzamiento lejano y festeja como si hubiese encestado. Manolo lo abraza y juntos se van celebrando por la calle. Ya pueden escuchar otra vez al speaker en sus cabezas, pueden volver a soñar. – The starting line up of the Chicago Bulls!!!! Javi and Manoloooo!!

FIN